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jueves, 8 de marzo de 2018

DÍA DE LA MUJER

Ama de casa sufrida y mal valorada

Lola, educada para ser una estupenda ama de casa, se dedica a las tareas de su hogar y a cuidar de su familia: Juan, su marido y sus dos hijos, Sergio y Susana.
Le gusta tener el hogar perfecto aunque para ello trabaje todo el día y parte de la noche. Está muy orgullosa de ser lo que es: ¡una gran ama de casa!

Un día llegó Juan del trabajo y dijo: -¡hola Lola! ¿Qué haces tan arreglada?
Lola le dijo: – ¿pues no te acuerdas que íbamos a ir a comprar la freidora que lleva dos meses rota?

Juan le contestó: -¡Uff!… Hoy no!, estoy muy cansado, he tenido un mal día en el trabajo y solo quiero descansar. Tú si que tienes suerte con ser ama de casa. Menos mal que yo gano lo suficiente para que tú no tengas que trabajar.

Lola se paró a pensar en las palabras de su marido. Pero… ¿Qué concepto tiene mi marido de mí?, ¿acaso cree que yo no trabajo? y hasta entonces no se dio cuenta de lo aburrida que era su vida.

Todos los días lo mismo: “por la mañana me levanto la primera, les pongo el desayuno, arreglo a los niños, los llevo al colegio, hago la compra: el pan, pescado, fruta etc. Cuando llego a la casa se me ponen los pelos de punta, no sé por donde empezar, cojo todas las cosas que hay tiradas por el suelo, hago las camas, barro y limpio el polvo, friego el suelo y los baños, cuido los perros de caza de mi marido, la tortuga de mi hijo, el gato de mi hija, me voy a la cocina, preparo la comida, y mientras se hace pongo la lavadora y tiendo la ropa. 

Miro el reloj y ya es hora de ir a por los niños. Cuando llegamos del colegio pongo la comida en la mesa, y oyes decir: ¿otra vez pescado?, siempre te protestan pongas lo que pongas de comer, como se nota que ellos no cocinan. Por la tarde cojo la ropa, plancho, ayudo a los niños en los deberes, y ya es la hora de hacer la cena. Vuelta a la cocina, preparo la cena, pongo la mesa, la quito, recojo la cocina y rendida me siento en el sillón”. Y todavía piensa mi marido ¿que yo no trabajo?

Lola entonces pensó que para ser valorada tenía que tener una nómina como la que tiene su marido.

Así que un día buscó un trabajo fuera de casa y reunió a su familia y les dijo: os tengo que dar una gran noticia! El lunes me voy a trabajar a una empresa y las labores de la casa tenemos que compartirlas entre los cuatro… Al principio protestaron mucho pero desde ese día cada uno cuida de su mascota, hacen su cama y se preparan el desayuno; colaboraban también en la cocina haciendo la comida y no volvieron a protestar: que si carne que si pescado, -pues todo le parecía muy rico-.

A final de mes Lola aporto su nomina y su marido, muy contento le dio un abrazo muy fuerte y le dijo: ¡ay mi Lola cuanto vale!

En ese momento Lola se dio cuenta de que su marido la valoraba por su nómina y no por se ama de casa.

Moraleja: ¡¡¡¡Tanto tienes, tanto vales!!!!


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