Dos
historias narradas en la Biblia están relacionada con la paloma y su
vinculación con la paz. La primera historia la podemos leer en
Génesis y es el pasaje relativo al diluvio. Después de la gran
inundación que Dios envió para erradicar la maldad del planeta Noé
envió una paloma para tratar de averiguar si las aguas habían
bajado.
Después de un tiempo la paloma regresó trayendo en su pico
una rama de olivo, esta era una señal clara de que ya había árboles
y el arca podía llegar a tierra firme.
En
un sentido simbólico, la paloma anunció que el peligro se había
terminado y que la paz podía reinar sobre la tierra.
Por
otro lado en el Nuevo Testamento en el bautismo de Jesús el Espíritu
Santo aparece en forma de paloma. Estos dos episodios bíblicos
confieren a la paloma una imagen de mansedumbre, ternura y paz, y el
blanco representa un símbolo de pureza.
En el siglo XX el
símbolo ganó fuerza por causa de varias guerras que afligieron a la
humanidad. En los años 60 Pablo Picasso eternizó la paloma como
símbolo de la paz en una serie de pinturas que se hicieron
mundialmente famosas. Otros artistas también ayudaron a popularizar
la paloma como símbolo de la paz que fue utilizada en manifiestos y
en tratados de paz.
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